Lactancia y Medicamentos
Nota Editorial: Ofrecemos artículos de nuestras publicaciones de años anteriores como referencia para nuestras Líderes y miembros. Los lectores deben tener en cuenta que la investigación y la información médica cambian con el tiempo.
Sheilia Stubbs Sparta, Ontario, Canada.
Publicado en New Beginnings, Nov-Dec 1993, pág. 183.
También publicado en Nuevo Comienzo, Julio de 1994.
El año pasado me sentía cansada todo el tiempo. Al principio pensé que se debía al trajín de la navidad, pero cuando persistió pensé que se trataba de pura pereza.
A medida que las semanas pasaban, empecé a sentir una opresión en el pecho y cada vez que me costaba más trabajo respirar profundamente. Cuando comenté que me estaba levantando muchas veces en la noche, jadeando en busca de aire, el doctor me ordenó un examen de rayos x y me envió donde un especialista del corazón.
El cardiólogo diagnosticó Pericarditis, debido a fluidos que estaban comprimiendo alrededor de mi corazón. Me prescribió un cortico-esteroide fuerte, Prednisone, para reducir la inflamación.
«Y a propósito, tiene usted que abandonar la lactancia», agregó. Estaba muy asustada con el problema de mi corazón, pero el solo pensamiento de destetar abruptamente a mi hija de 18 meses era peor. Desde que me estaba sintiendo tan enferma, había dedicado una buena parte de mi tiempo en las últimas semanas, sentada y amamantando a Lisa. Como podría en adelante, mantener a mi hija ocupada y entretenida como para que no quisiera amamantar cuando yo estaba tan enferma? Cómo podría ayudarla a dormirse en la noche cuando se despertara y no pudiera amamantarla para que se volviera a dormir rápidamente?
Además, me pregunté cómo afectaría mi estado de salud el súbito cambio hormonal que conlleva un destete abrupto, y al mismo tiempo, cómo afectaría mi salud emocional. Realmente el doctor no tenía idea del efecto que un destete abrupto podría tener en mi, en mi hija y mi familia completa. El me dijo que la niña olvidaría en unos días el tema de la lactancia. Dijo también que el destete no hacía ninguna diferencia para ella después de todo, ya que para ese momento ya se había establecido un fuerte vínculo entre las dos. También insistió en que la niña no necesitaba mi leche bajo ningún punto de vista y que continuar con la lactancia sería más para mi beneficio que para el de ella.
Estaba desolada cuando salí del consultorio del doctor y no podía pensar. Mi esposo paró en la farmacia y compró un biberón para Lisa, el primero que comprábamos. Me sentía insultada de que esa cosa de plástico pudiera ser un sustituto de nuestra relación de lactancia.
Cuando llegué a casa estaba muy contrariada y llamé a la clínica de Lactancia en el Hospital de Niños enfermos de Toronto. Ellos me dijeron que no me preocupara que podía seguir amamantando a mi bebé y me enviaron una copia del estudio «Drogas durante el embarazo y la lactancia», en el cual leí que no había efectos colaterales dañinos para los bebés amamantados cuando la mamá está tomando Prednisone. El cardiólogo y el médico de la familia no estaban del todo felices con mi decisión de continuar amamantando. Sin embargo, había aprendido varias cosas:
- Tengo el derecho de tomar mis propias decisiones cuando estas tengan que ver con mi propia salud.
- Los médicos muchas veces no comprenden la naturaleza compleja de la relación de amamantamiento. (Imaginen que me estaban diciendo que podía destetar en una forma tan casual como si me estuvieran diciendo que dejara de morderme las uñas).
- Un destete repentino y abrupto puede ser más dañino que los efectos colaterales y temporales de algunas drogas.
- Vale la pena explorar otras opciones y buscar una segunda o tercera opinión.
Poder continuar con la lactancia me relajó, me aseguró una cantidad de reposo total y me permitió tener a mi hija muy cerca para atenderla. Tuve muchos efectos colaterales debido a la droga, pero todos han desaparecido ahora que no estoy tomándola y todo volvió a ser normal. Lisa no sufrió efectos debido al medicamento.